jueves, 11 de octubre de 2007

PANDA BEAR
Person Pitch
Discmedi 2007


Primeras impresiones tras un rastreo rápido por la red: el nuevo largo de Noah Lennox, Panda Bear para el arte, es definido en varias ocasiones como el encuentro, aquí posible, entre Beach Boys y Liars. Una etiqueta que podría parecer descabellada pero que no anda desencaminada: "Person Pitch" ilumina sus minutos con melodías vaporosas mientras juega con el ritmo y disloca el tempo. Nada que se aleje, sobre el papel, de lo que Animal Collective viene manufacturando desde principios de década, esa mescolanza de folk, pop, noise, psicodelia, matematica e improvisación que los ha convertido en una de las células más fascinantes e impresindibles del subsuelo neoyorkino. Inquietos e hiperactivos por naturaleza, los miembros del colectivo animal disparan sus armas desde distintos frentes, en alianzas más o menos temporales que a veces sirven de banco de pruebas para el grupo madre.
El oso panda ya se fogueaba desde adolescente entre las cuatro paredes de su Baltimore natal: en 1998 publicó el desde hace tiempo inencontrable “Panda Bear” (soccer star), álbum que sirvió de precedente para el establecimiento definitivo, tras su encuentro con Avey Tare (David Portner), del colectivo animal un par de años después.
La segunda entrega en solitario del oso panda no llegaría hasta seis años más tarde de ese (casi) clandestino debut con “Young Prayer” (2004), treinta minutos de lamentos a pelo – voz, guitarra, piano – en memoria de su fallecido padre, un disco irrepetible de folk en los huesos, oraciones suspendidas en el dolor para un adiós sonoro que casi daba miedo. Tres años dspues “Person Pitch” cambia de registro para entregar una colección de canciones que ha olvidado el ascetismo para ungirse en arreglos detallistas y luminosos. Desde su guarida en Lisboa – donde está instalado con su mujer y su prole – y con la estimable ayuda de su amigo el sampler (y del ingeniero Rusty Santos, su compinche cuando operan como Together), Noah ha construido un arco iris de pop casi barroco que parece jugar en dos estadios diferentes: por un lado, las melodías vocales en el más puro estilo tradicional de pop dulce e ingenuo; por otro, el soporte musical sobre el que éstas flotan, un paisaje de capas y capas de sonidos que crean extraños e hipnoticos decorados para la arte vocal. El resultado, algo asi como Brian Wilson perdido en un laberinto diseñado por David Lynch o Phil Spector manipulando el “Endless Summer” de Fennesz, desemboca en 45 minutos que suenan a la vez familiares y alienígenas dando una nueva vuelta de tuerca a un concepto de avant – pop que lo mismo picotea del shoegazing que del laptopismo sin adscribirse a ninguno de sus postulados (y la lista de nombres que ilustra el libreto lo deja todavía más claro y más alto: de Basic Channel a Joni Mitchel, de Tom Jobim a The Chills, de Bob Marley a Luomo). Teclados, coros, guitarras acústicas o percusiones se acercan y se alejan como las sonoras cuya única razón final de ser es el magma musical que generan. Un verdadero trabajo de magia artesanal que lo mismo puede remitir a ignotas ceremonias tribales – los monumentales “Good Circus/Carrots” y “Bros” – que a microscópicos ejercicios de baile autista – “Pony – tail” - , ke levita sobre lagos de calma lisérgica o provoca suaves trances hacia la catarsis.
El peligro que puede acechar a cualquier ejercicio de música procesada ha sido evitado con el máximo escrúpulo: cada corte se ha armado y testado cuidadosamnte (algunos han aparecido en ediciones anteriores de 12 pulgadas) para encontrar la alquimia deseada. Muestreos y flirteos con la electrónica se disuelven en redes acústicas sin que el choque chirrie, distraiga o aburra como en la mayoría de muchas nuevas propuestas que no digo el nombre pero que estoy mirando. Juego de espejos entre el clasisismo y la experimentación, “Person Pitch” tiene identidad propia al margen de los crucigramas del colectivo – demuestra con genio que todavía es posible crear algo personal sin tener que lanzarse a ciegas al pozo de la vanguardia más obtusa. Aquí hay música para soñar, ritmo y, sobre todo, melodías de seda creciendo entre brumas de inquietud. Un verdadero acontecimiento. Hermoso y elegante.

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