domingo, 20 de mayo de 2007

DE JOY DIVISION A NEW ORDER (Nihilismo a ultranza y Aniversario 27 de la muerte de Ian Curtis)

Joy Division: "Postdata de una quimera"

Ian Curtis: "El Cardiograma de la desesperación"

New Order: "La Octava Maravilla"


"La televisión parpadea, lagrimas de mármol, el cardiograma de la desesperación, la soga estática: testamento final. "El amor nos desgarra de nuevo".

Hay algo de enigma en Manchester, y en el porqué esa ciudad ha ido reconvirtiendo buena parte de la escena de rock británica en sucesivas etapas, siempre en nuevas direcciones pero manteniendo un espíritu especial en grupos tan distintos: primero Joy Division y New Order, luego The Smiths y James, después Happy Mondays y Stone Roses, con sus respectivos acólitos. El misterio fue uno de los elementos que mejor funcionó con un grupo seminal donde los haya: Joy Division
Este cuarteto britanico, previamente conocido como Warsaw, en homenaje a un tema del Low de David Bowie y posteriormente llamados Joy Division (Designación dada a los refugios en los campos de concentración nazis utilizados para la “diversión” de éstos con mujeres, a las que obligaban a prostituirse), con aspecto de chicos normales y callados y quienes describían en sus canciones un paisaje interiorizado de soledad, incertidumbre, romanticismo y belleza en blanco y negro. Practicantes de un rock extremadamente percusivo y alienante por la conjunción de sus instrumentistas. El contundente baterista Steven Morris, el imaginativo bajista Peter Hook y el guitarrista Bernard Albrecht eran el perfecto colchón para las angustiosas performances de Ian Curtis, que rozaba y en ocasiones alcanzaba, el paroxismo epiléptico en directo, lo que provocó un merecido hype alrededor de su primer LP, Unknown Pleasures (Factory, 1979).

El misterio lo alimentaba todo. Las portadas minimalistas, conceptuales, de antiguo romanticismo decadente o apoyadas en signos y colores de escondidos significados servidas por todo un revolucionario del concepto grafico para los discos, Peter Saville, era una tarjeta de presentación hacia la intriga, sin fotos, ni información sobre el grupo, que permanecía ajeno a la obligación de convertirse en escaparate de su música. Y eso, al mismo tiempo que triunfaba la New Wave y el pop más alegre. Aunque con el tiempo esa negación de la imagen pública se reveló fundamental para crear una mítica que ha sido básica en ese atractivo que ha tratado de crear a su alrededor el mundo del indie.
Casi entrada la nueva década, Curtis descubre que tiene epilepsia y comienza a llevar un férreo control medico que le trajo por la calle de la amargura, curiosamente, adaptó las convulsiones reales de sus ataques a sus movimientos sobre un escenario. Una gira con los Buzzcocks y algunos conciertos por Europa hacen que Ian se tope en Bruselas con la joven y hermosa Annik Honoré. Recordemos que Ian Curtis estaba casado con Deborah Woodruffe desde 1975 y que su primera hija había nacido en Abril del 79.
Si como dijo Tony Wilson, uno se busca amantes para que la vida de un artista en la carretera sea más fácil, Annik le complicó la suya a Ian. Ella le mostraba afecto de manera discontinua y tibia, como si el amor fuese la cosa más horrenda del mundo. Dos intentos de suicidio, visitas al Psiquiatra y el ultimátum dado por su mujer para que abandone a Annik, Ian lo intenta, pero más tarde reincide y Deborah le pide el divorcio.

Curtis era un tipo triste y depresivo que no sabía como afrontar la vida, por lo que el 18 de mayo de 1980, después de verse Stroszek de Werner Herzog, Donde un músico alemán viaja a Estados Unidos, sufre un tremendo rechazo emocional, tiene que decidir entre dos personas y acaba suicidándose. Amenizado por The Idiot de Iggy Pop, decidió ahorcarse en una viga de la cocina. El culto a Joy Division aumentó extraordinariamente, y los póstumos singles – Love Will Tears Us Appart y LP Closer (Factory, 1980)- fueron recibidos con total veneración.
Es difícil discernir ahora cuanto morbo había en ese entusiasmo, pero lo cierto es que la música de Joy Division merece respeto, siempre, por encima de cualquier intento de mórbida banalización.
Con el tiempo se les calificaría de simplemente depresivos, una etiqueta tan facilona y pobre para el complejo mundo de sensibilidad de la banda.

La utilización de sintetizadores fue uno de sus maximos atrevimientos: otros grupos surgidos de la era punk los utilizaban ya, pero siempre con una tendencia maquinal heredada, digamos, de Kraftwerk. Pero Joy Division creaban con ellos melancólicos fondos casi orquestales, muy cercanos a los fundados por los King Crimson de los setenta con su magistral utilización del mellotrón. Además de incrementar su romanticismo desolado, Joy Division rompían así ciertos tabúes creados por el punk, y abrían brechas en distintas direcciones para las siguientes generaciones, empezando por su propia continuación: New Order
Sin embargo, la vida seguía, y los restantes miembros demostraron tal verdad: se rebautizaron como New Order, incorporaron a los teclados a la novia de Morris (Gillian Gilbert) y publicaron Movement (Factory, 1981) todavía con la sombra de Ian Curtis demasiado presente, sobre todo en la pobre prestación vocal de Bernard Albrecht, quien había cambiado su apellido a Sumner. La banda no descansaba, e insistió en combinar sus armas conocidas con teclados y cajas de ritmo: el magnifico Power, Corruption and Lies (Factory, 1983) fue el resultado obtenido, con una de las mejores portadas de los ochenta, absolutamente antirock, fue la primera de sus gemas, y abrió las puertas a un sonido hipnótico pero absolutamente bailable y desacomplejado, que hermanaba el espíritu de bandas como A Certain Radio o 23 Skidoo con la música disco americana. En esa misma línea insistió el tremendo trío de maxis Blue Monday (1983)- el sencillo mas vendido en la historia de la música británica.Una revelación en toda regla. Un redoble de bombo tan característico e imitado tantas veces, como algo realmente revelador, la sensación de que algo nuevo se estaba creando a partir de ese detalle casi insignificante. Y así fue, Blue Monday, con su arrollador poder llenapistas y una innegable melancolía llevó al numero uno a un grupo que había forjado su leyenda en la negación de la fama y la imagen publica. Y que logró el extraño hito de seguir investigando en esa línea sin renunciar a lo abiertamente popular y sin estropear esa aureola especial con la que definían para siempre el concepto de grupo de culto.-, Confusion (1983) y Thieves Lives Us (1984).
Una vez hallada la formula tan solo cupo esperar a ver nacer los frutos: Low Life (factory, 1985), Brotherhood (Factory, 1986) y Technique (Factory, 1989), se encuentran dentro de los mejores discos de esa década – o de la historia- y New Order, quizá, la octava maravilla del mundo.
El recuerdo de algo triste puede ser patético como un pájaro negro que lleva un gusano en el pico, pero la música de Joy Division no solo no ha envejecido, sino que hoy mismo parece terriblemente futurista y visionaria, tan adelantada a su tiempo que parece hablarnos de lo que todavía está por llegar.

jueves, 17 de mayo de 2007

EVERETT TRUE

Me llamo Everett True. Edito y publico para la revista musical independiente británica “Careless Talk Costs Lives”.
Con lo de independiente me refiero a que no tenemos fuentes externas de fondos, no tenemos obligaciones con nadie, tampoco con nuestros lectores. Solo hablaremos de la música que nos gusta, como el patio de juegos de Scout Niblet, el trío minimalista Young People o Erase Errata. Las ventas no nos merecen ninguna consideración, la calidad y el orgullo por lo que hacemos prima sobre todo lo demás. Nos consideramos individualistas y estaremos bien lejos de la industria como sea posible: Aceptaré que escriban sobre el tapete solo personas que de verdad amen la música y el arte. Me dicen que para alcanzar a tanta gente deberíamos cambiar ciertos valores – no lo haremos - . Evitaremos los titulares de portadas, evitaremos el periodismo efectista, evitaremos las fotos promocionales, rechazamos la idea de que un artista sea más importante que otro porque su compañía discográfica tiene más dinero para comerciar con él.
De manera que estaremos al margen mayormente. Este hecho, sabemos con toda seguridad, enojará a muchos de nuestros lectores reales y potenciales, porque los medios populares – artistas mainstream, televisión mainstream, periódicos mainstream de súper formato – han lavado el cerebro a todo el mundo para que piensen que la popularidad es señal de éxito, y que el consumismo pide que todo esté fácilmente disponible, sin importar lo caro que sea el precio para los creadores individuales. Consideramos lo que hacemos como un arte, también un ejercicio de artesanía; todavía no hemos encontrado una definición satisfactoria del medio, pero, si alguna vez lo hacemos tendremos que utilizar las palabras “individualismo” y “perseverancia” en alguna parte.
La mayor parte de la vida adulta se pasa intentando anticiparse a otra gente, cuando ni siquiera esa otra gente sabe lo que quiere y, de hecho, también desperdician su tiempo intentando anticiparse a todo; de aquí las divisiones de marketing estratégico, los grupos focales y la demografía. De aquí, los nuevos singles de María carey y Busted y Coldplay y….bueno, en realidad de cualquiera que emplee un departamento de marketing y un productor. Los mismos artistas aseguran que no tienen un mercado en mente cuando escriben una canción original, pero ¿Qué es una canción? ¿Frases y acordes unidos de cualquier modo con la esperanza de que alguien venga y haga del asunto algo aprovechable más tarde? Los productores son celebrados si capturan el público – y eso incluye tanto el critico como el popular – pero eso solo significa que son mejores que la mayoría a la hora de anticiparse, suponemos que eso es un arte en sí mismo, pero nada loable, claro está.
De modo que aquí está uno de nuestros principios básicos para la música, y para el arte, y para la vida misma: hay dos tipos de arte (no necesariamente exclusivos), uno que está creado con otra persona en mente, y otro que no. Es una descripción tenue, y ciertamente no tiene nada que ver con conceptos de “valor” o “merito” (que siempre se deben al juicio individual y nunca son constantes), y la línea se emborrona si miran de cerca casos individuales, pero ahí está. Mainstream. Independiente. Dos conceptos muy diferentes. El segundo no debe ser confundido, en la esfera de música rock, con música indie, que es básicamente una actitud que ha sido codificada en un sonido particular, uno que suele tener que ver con sonidos de guitarra y niños blancos…aunque un creciente numero de chicas blancas y asiáticas están formando parte ahora en las festividades. Que una mediocre banda con ganas de ser Radiohead sea tan mediocre o fea –porque, por supuesto, la belleza fashionable es cardinal para el mainstream – que nadie quiera editar su penoso sonido y tenga que recurrir al cerdito de mamá para prensar sus Cds, no significa que sea una banda independiente. Lo mismo ocurre con la actual cosecha de bandas de new rock tan defendidas por desesperadas publicaciones mainstream como Spin o Rolling Stones, cuyo sonido ha sido perfeccionado y moldeado para un público especifico en mente…el mainstream alternativo.
Empecemos…
Texto extraído del libro "Teen Spirit" (Javier Blanquez / Juan Manuel Freire), 2004

lunes, 14 de mayo de 2007

BIENVENIDOS A "INDIELAND"

A INDIELAND...
“Como pueden oírme decir estas palabras y todavía no creerme”
The Smiths,
The boy with the thorn is his side, 1986

El adjetivo “independiente”, tan discutido como útil en el contexto de la música popular moderna, indica algunas de las características que cualquier clase de arte debería perseguir a toda costa: la autonomía, el rechazo al canon establecido, la libertad para construir nuevos marcos en los que desarrollar nuevas formas de expresión todavía desconocidas. Si existe un móvil detrás de lo que entendemos por “indie”, ese es el del inconformismo, la voluntad de hacer de la vivencia del arte algo más personal y puro que el tradicional círculo mercantil de la industria del ocio y la cultura: la fabricación y el posterior consumo de la obra acabada. Quizá no pueda competir en ventas o presencia en el mercado con otros sectores de la música, pero precisamente por eso el indie ha acabado siendo una actitud – reflejada por supuesto en tantos discos valiosos – extraordinariamente significativa por el día a día de tanta gente. Porque el pop independiente no promete solo una canción, un disco, un trámite estético que ciegue y distraiga: promete, de tú a tú, una vida mejor. No se hablará aquí ni de lujos ni de sofisticación – eso en este espacio carece de importancia – sino de intensidad, de emoción.
En contra del ideal romántico de vivir rápido, morir joven y dejar un cadáver precioso, el indie apuesta por la verdad, o por lo que su propia comunidad considera la verdad, que normalmente suele ser una alternativa más sincera a las maniobras estrictamente depredadoras del pop de consumo, generalmente creado para satisfacer más las necesidades del mercado que las del alma o el intelecto. No significa que en el indie se posicione conscientemente en contra del mainstream, sino que se presenta como una opción más sincera. Cuando a principios de la década de los noventa, y con la escena grunge como detonante, se empezó hablar de música alternativa (música que, por cierto, acabó suplantando al viejo orden en la cuadricula de la industria y, por tanto, acabó siendo alternativa a nada), la idea principal era esa: el ideal de una música capaz de dar puerta a escenas atrofiadas que ya nada podían aportar de nuevo al espíritu joven que normalmente debe acompañar a todo el que roce ligeramente la idea del rock.
Como diría en más de una ocasión, el indie es un estado mental, no un sonido particular o una actitud concreta. El mismo valor contracorriente puede tener un grupo de chicos blancos de clase media que graban para una multinacional como la más acérrimamente anticorporativa banda hardcore: la validez de una propuesta se mide exclusivamente en función de sus valores estéticos, de su significado puntual en un momento concreto, en un contexto histórico y cultural bien delimitado. Eso no quita, sin embargo, que por el simple placer de descubrir, dar apoyo a quien lo necesita y penetrar en las brumas de lo desconocido, nuestra simpatía nos lleve a estimar con especial cariño a bandas y artistas que se mueven en los márgenes, que aspiran a entrar en terrenos sonoros poco trillados, que quizá se resignan a ser conocidos por las minorías hasta que el contexto les arrastra hasta la superficie.Por eso, hay que ser subjetivo, pues hablaré de quien lo estime oportuno y de quien se supone que se tiene que hablar. O al menos no siempre. Un viaje a ciudades, personas y sonidos que, de alguna manera u otra, nos ha ayudado a tener una existencia mejor, un poco menos solitaria. Como suele decirse, esta es la banda sonora – bueno, parte de ella – de nuestras vidas.