jueves, 11 de octubre de 2007

2007: TRES DISCOS CON UN INMEDIATO OLOR A CLÁSICO

Hay ruido en las calles. Sonidos crudos, sonidos reales para enmudecer los inofensivos chillidos de las tendencias de temporada. Hay música fantástica después de la hecatombe. Activistas con ganas de reinventar sonidos y maneras, electrónicas o puramente eléctricas, exultantes o intimistas. Musicos que se hacen cada vez más grandes. ¿Cómo? Rompiendo el cascaron del indie y dándole la razón a quienes piensan que la perseverancia si da frutos. Texturas musicales para los valientes, para los ambiciosos, para los atrevidos que van más alla del estereotipo. Por que por encima de las marcas, prevalece la sensiilidad y el buen criterio.
He tenido la imprudencia y el atrevimiento de hablar de tres discos destacables en lo que va corrido del 2007. Tres discos que seguramente no aparecerán en lo mejor del año según “Rolling Stone” (la biblia del rock). Si pueden escucharlos... Juzguenlos Ustedes mismos.
PANDA BEAR
Person Pitch
Discmedi 2007


Primeras impresiones tras un rastreo rápido por la red: el nuevo largo de Noah Lennox, Panda Bear para el arte, es definido en varias ocasiones como el encuentro, aquí posible, entre Beach Boys y Liars. Una etiqueta que podría parecer descabellada pero que no anda desencaminada: "Person Pitch" ilumina sus minutos con melodías vaporosas mientras juega con el ritmo y disloca el tempo. Nada que se aleje, sobre el papel, de lo que Animal Collective viene manufacturando desde principios de década, esa mescolanza de folk, pop, noise, psicodelia, matematica e improvisación que los ha convertido en una de las células más fascinantes e impresindibles del subsuelo neoyorkino. Inquietos e hiperactivos por naturaleza, los miembros del colectivo animal disparan sus armas desde distintos frentes, en alianzas más o menos temporales que a veces sirven de banco de pruebas para el grupo madre.
El oso panda ya se fogueaba desde adolescente entre las cuatro paredes de su Baltimore natal: en 1998 publicó el desde hace tiempo inencontrable “Panda Bear” (soccer star), álbum que sirvió de precedente para el establecimiento definitivo, tras su encuentro con Avey Tare (David Portner), del colectivo animal un par de años después.
La segunda entrega en solitario del oso panda no llegaría hasta seis años más tarde de ese (casi) clandestino debut con “Young Prayer” (2004), treinta minutos de lamentos a pelo – voz, guitarra, piano – en memoria de su fallecido padre, un disco irrepetible de folk en los huesos, oraciones suspendidas en el dolor para un adiós sonoro que casi daba miedo. Tres años dspues “Person Pitch” cambia de registro para entregar una colección de canciones que ha olvidado el ascetismo para ungirse en arreglos detallistas y luminosos. Desde su guarida en Lisboa – donde está instalado con su mujer y su prole – y con la estimable ayuda de su amigo el sampler (y del ingeniero Rusty Santos, su compinche cuando operan como Together), Noah ha construido un arco iris de pop casi barroco que parece jugar en dos estadios diferentes: por un lado, las melodías vocales en el más puro estilo tradicional de pop dulce e ingenuo; por otro, el soporte musical sobre el que éstas flotan, un paisaje de capas y capas de sonidos que crean extraños e hipnoticos decorados para la arte vocal. El resultado, algo asi como Brian Wilson perdido en un laberinto diseñado por David Lynch o Phil Spector manipulando el “Endless Summer” de Fennesz, desemboca en 45 minutos que suenan a la vez familiares y alienígenas dando una nueva vuelta de tuerca a un concepto de avant – pop que lo mismo picotea del shoegazing que del laptopismo sin adscribirse a ninguno de sus postulados (y la lista de nombres que ilustra el libreto lo deja todavía más claro y más alto: de Basic Channel a Joni Mitchel, de Tom Jobim a The Chills, de Bob Marley a Luomo). Teclados, coros, guitarras acústicas o percusiones se acercan y se alejan como las sonoras cuya única razón final de ser es el magma musical que generan. Un verdadero trabajo de magia artesanal que lo mismo puede remitir a ignotas ceremonias tribales – los monumentales “Good Circus/Carrots” y “Bros” – que a microscópicos ejercicios de baile autista – “Pony – tail” - , ke levita sobre lagos de calma lisérgica o provoca suaves trances hacia la catarsis.
El peligro que puede acechar a cualquier ejercicio de música procesada ha sido evitado con el máximo escrúpulo: cada corte se ha armado y testado cuidadosamnte (algunos han aparecido en ediciones anteriores de 12 pulgadas) para encontrar la alquimia deseada. Muestreos y flirteos con la electrónica se disuelven en redes acústicas sin que el choque chirrie, distraiga o aburra como en la mayoría de muchas nuevas propuestas que no digo el nombre pero que estoy mirando. Juego de espejos entre el clasisismo y la experimentación, “Person Pitch” tiene identidad propia al margen de los crucigramas del colectivo – demuestra con genio que todavía es posible crear algo personal sin tener que lanzarse a ciegas al pozo de la vanguardia más obtusa. Aquí hay música para soñar, ritmo y, sobre todo, melodías de seda creciendo entre brumas de inquietud. Un verdadero acontecimiento. Hermoso y elegante.
KLAXONS
MYTHS OF THE NEAR FUTURE
POLYDOR – UNIVERSAL


El modelo de este año, en linea de salida desde el anterior. La velocidad de las cosas lleva hasta el nu rave, una etiqueta que no indica nada o en todo caso algo tan evidente como constatar que los oyentes del rock más o menos indie también bailan. O lo intentan. Sea lo que sea, Klaxons han empaquetado un debut a la altura de las expectativas de ls singles precedentes. Aquí hay rock de apariencia rebelde bañado en electricidad urgente y descarada, melodías de alta graduacion, una imagineria original repleta de guiños literarios y ritmos con el espasmo justo para mantener los ojos abiertos y los pies en movimiento hasta que el sol salga (o se ponga). Jamie Reynolds, Simon Taylor y James Righton – con la ayuda de James Ford de Simian Mobile Disco – forman una alianza compacta que factura canciones directas salpicadas de detalles sofisticados, revientan bafles mientras conjugan voces angelicales y lanzan versos sobre el tiempo y el espacio en reverencia a escribas de difícil digestión como Tomas Pynchon, William Burroughts o Alesteir Crowly. Intelectuales bajo la bola de espejos con el rock como médium para atrapar el angts adolescente de principio de siglo. Franz Ferdinand o Bloc Party ya planteron la formula en el Reino Unido y “Myths of the near future” es una notable adición a ese rock de reciclaje que suena como nuevo, que no se muerde la lengua ante el peso del pasado . ¿Qué otros ya lo hicieron antes? Si…pero ellos en es momeno no estaban.
Gravity´s Rainbow”, “Atlantis to Innerzone” y “Magick” son infalibles cañonazos bailables de elegancia extrema. Lo continúan siendo y marcan los picos – con “Golden Skans” – de un disco con pocas bajadas de presión. “Two Receivers” o “Forgotten Works” enseñan cartas más calmadas y triunfan en un apañado injerto que parece coser jirones de Beach Boys y Hot Chip. La versión de “It´s Not Over Yet” (Paul Oakenfold y Steve Obourne como Grace, 1995) pone la gota retro – perfecto y “cuerda” en las letras del álbum, una love song para brincar e implorar; y el cerrojazo con el alboroto de “Four Horsemen 2012”, la mitología apocalíptica. ¿Mitos de un futuro cercano? Probablemte no, pero a dia de hoy , en 2007 Klaxons tienen lo que hay que tener. Depende de las expectativas de cada cual si eso es sufiiente o no.
ARCADE FIRE
NEON BIBLE
SONOVOX

La fuerza dolorosa de Arcade Fire es una solución de intensidad en un mundo saturado de simulación. Ahora que kele Okereke (Bloc Party) ha quedado un poco menos en entredicho por su exceso de afectación adolescente, queda clara una cosa: desde Canadá, Win Butler, líder de Arcade Fire, es el definitivo mesías de la nueva generación indie, el hombre que guiará al más allá para recordarnos la belleza del más acá. Seguidle hermano, conoce el camino.
Superar algo como “Funeral” (2004) es un trabajo sucio, pero ellos tenían que hacerlo. A decir verdad, no lo han hecho: “Neon Bible” solo está a la altura colosal de su precedente. Estamos ante una secuela coherente y meritoria, exultante de emoción, cuyo único problema es su condición de segunda parte. Arcade Fire ya no sorprenden, pero siguen ahí, dando brochazos de hermosura vertiginosa a la realidad absurda. En una primera y perezosa escucha, esta nueva peripecia pop puede parecer más floja: la urgencia, los ritmos de cuatro por cuatro o la hiperactividad se reparten ahora el espacio con la reflexión, la calma, el interiorismo. Eso sí, pueden haber bajado algo de ritmo, pero no la intensidad.
La voz de Butler (en el cruce de David Byrne con Bruce Springsteen) es aglutinante expresivo en un álbum que envía salvajes andanadas de emoción a cualquiera de sus velocidades. La tetralogía “Neightborhood” tiene continuaciones valiosas en “Black Mirror”, “Keep The Car Running”, la espectacular “”Black Wave / Bad Vibrations” o “The Wheel And The lighthouse”, además de esa brutal revisión de “No Cars Go” (del EP de debut) mirando hacia un infinito posible donde los lunes ya serán historia. Pero también admirables son el susurro del tema titular (el de la referencia a John Kennedy Toole, cuya novela anterior a “la conjura de los necios” tenia igual nombre), la preciosa balada fifties “Ocean of noise” o esa “Intervention” cuya emoción proviene no del 4 x 4, sino de un órgano de iglesia. Son ellos sin repetirse; justo como debe ser. El grupo más relevante del último bienio se resiste a descender de categoría. genial.